Este libro explora, a partir de la lectura de testimonios, algunas de las experiencias de violencia más acuciantes actualmente en Centroamérica y México. A diferencia de lo que ocurre en otras partes del planeta, la violencia padecida en la región se manifiesta en una variedad de modos testimoniales y se visibiliza en los medios de comunicación locales y globales. No obstante, el esfuerzo de activistas, investigadores sociales, periodistas, realizadores cinematográficos, etc., se ve en buena parte contravenido por sus propias mediaciones, que conllevan entrabamientos, distorsiones y capturas. No de menor importancia ha sido la fijación de los textos en los hechos de sangre, que no revelan la entera verdad de los acontecimientos y, sin embargo, contribuyen al ahondamiento en el trauma.Una vida en busca de la vida, no exenta de contradicciones, se aprecia en la lucha desde —y en contra de— los modos de subjetivación propiciados por el neoliberalismo, que han llevado a la deshumanización, al crimen y a la extrema crueldad. En el éxodo migratorio de la región, comparable a la huida de un estado de guerra, es la vida amenazada la que se sobrepone como corriente de afirmación y de deseo, como aspiración a un horizonte de sustentabilidad, de bienestar material y moral. En el extendido pandillerismo que ha asolado a las sociedades, la pulsión violenta se hallaría asociada a un lance de vida que, en su rescate de la condición de víctimas de los jóvenes, los convierte en victimarios, una pulsión que, susceptible de ser atrapada en microfascismos, podría ser portadora de una energía necesaria para formas positivas de elaboración simbólica y afectiva. En la movilización actual contra el ultraje de los cuerpos femeninos y el feminicidio, habría una lucha contra la exacerbación del poder masculino y una afirmación de las mujeres como sujetos, una politización de lo íntimo, un hermanamiento y una construcción de formas alternativas de vida humana.En lugar de los paisajes de sufrim
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